-B a r r io In f i ni t o-

lunes, enero 12, 2009

Primeros viajes


Cuando salí a los mares fui infinito.

Era más joven yo que el mundo entero.

Y en la costa salía a recibirme

el extenso sabor del universo.

Yo no sabía que existía el mundo.

Yo creía en la torre sumergida.

Había descubierto tanto en la nada,

en la perforación de mi tiniebla,

en los ay del amor, en las raíces,

que fui el deshabitado que salía:

un pobre propietario de esqueleto.

Y comprendí que iba desnudo,

que debía vestirme,

nunca había mirado los zapatos,

no hablaba los idiomas,

no sabía leer sino leerme,

no sabía vivir sino esconderme,

y comprendí que no podía

llamarme más porque no acudiría:

aquella cita había terminado:

nunca más, nunca más, decía el cuervo.

Tenía que contar con tanta nube,

con todos los sombreros de este mundo,

con tantos ríos, antesalas, puertas,

y tantos apellidos, que apréndiendolos

me iba a pasar toda la perra vida.

Estaba lleno el mundo de mujeres,

atiborrado como escaparate,

y de las cabelleras que aprendí de repente,

de tanto pecho puro y espléndidas caderas

supe que Venus no tenía espuma:

estaba seca y firme con dos brazos eternos

y resistía con su nácar duro

la genital acción de mi impudicia.

Para mí todo era nuevo. Y caía

de puro envejecido este planeta:

todo se abría para que viviera,

para que yo mirara ese relámpago.

Y con pequeños ojos de caballo

miré el telón más agrio que subía:

que subía sonriendo a precio fijo:

era el telón de la marchita Europa.

Pablo Neruda, poeta chileno.